Ya nunca pienso en Vic Chesnutt.

pero yo juraría que fue en 1996

Treinta y cuatro (ii)

Señor, el lobo está gagá. Durante la noche ha chupado el bosque entero. Lomos, perniles y papadas. Tus cabritos están chorreando plasma, pero míralos retozar insolentes entre las chicharras. ========================================================================================== "papadas" rima con "chicharras", y, francamente, da por saco.

Yo creo que Dios te ama, Ricitos de Oro.

Las letras se acaban. Los números, no. Camina hacia los números, pequeña.

Treinta y cinco (ii)

Sobre el viejo merendero construyeron una casa de oración. Allí sólo conseguí entrever cierta vez una mujer en hábito trepando a un árbol. El silencio era de una rotundidad sísmica, apenas el traqueteo del perro a mi lado, y en general, se trataba de un territorio donde el letargo del orden se había instalado sin remedio, la narcosis de las papeleras, los bancos los accesorios diseñados para el bienestar humano. Tan diferente de aquel otro lugar donde en cierta ocasión bebí cerveza y mastiqué las costillas del sol mientras los árboles se burlaban y percibía su indulgencia

hacia mis rudezas de recién llegada, y la vez me sentía nenita eufórica sumisa abrumada ante los zumbidos, los gruñidos, los cloqueos de aquella nación pagana jocosa y retadora y las acometidas de sus emisarios chupadores, mordedores, inoculadores. De manera que hoy, cuando despierto caminando en el jardín de la casa de oración, todos los cuellos humanos crujen y los perros amaestrados huyen al paso de este voluminoso vientre y sus carcajadas de parto, porque llevo tu semilla dentro , hermano y el alumbramiento, lo huelo,

se aproxima, buscaré un agujero afable y en un minuto habrá placenta y avalancha de osos riendo.

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peromi favorita por todos los ddiablos es el entierro de los gatos

Nathalie Ménigon.

Tu daimon me tira nueces.
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Treinta y seis (ii)

Soy el día de mi muerte y me siento superior.

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Ekstase!

qquiero-que-seme-pá-se
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Treinta y siete (ii)

Ríndete. Sé mala. El ángel ha engordado y ya no puede salir por donde entró. Doppelgänger, coloca lentamente las manos sobre tu cabeza. Sabes que morirás si te quedas. Yo al menos espero que mueras.

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Anécdota personal.

Así habló la boca rota, expulsando palabras que parecían dientes, y en mi recuerdo se inflaman como narices pellizcadas, desuellan colores como pedregosos hematomas, acostada en la oscuridad palpo a diario tu soliloquio, hasta que la aflicción se adormece.

========FIN========

Treinta y siete.

Carne roja deshuesada catapulta colores, aproxima dócil una risotada ovoide, pero el ímpetu del serpenteo no autoriza impresión en placa fotográfica alguna, todo lo que obtengo son codos, colmillos y pestañas, y comprendo que ningún ingenio puede atrapar todo el espectro de su nebulosa. Materia macroscópica que un tren arrolló la víspera y hoy es vista desayunando vermú y aceitunas en virtud de alguna ganzúa cuántica. Haz heterogéneo, fenómeno ondulatorio electromagnético siseando, derramando las hormigueantes partículas de su manifestación física, que atónita maneja rotuladores y fuma a ciento veinte kilómetros de distancia.
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Treinta y seis.

Todo el llanto descerrajado, todos los puños aporreantes de perro de tira cómica no arrancarán ni una viruta de compasión del mundo. Gretel, descubre tu dedo, sé que me engañas. Pero la cena aún no ha concluído. Animales muertos, mujeres vivas.

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Treinta y cinco.

Me hacía compañía.

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Y para la gente joven, El niño gusano

Treinta y cuatro.

Hay festín en el núcleo, ayuno en la periferia.
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Harry Stephen Keeler y Hazel Victoria Goodwin.

Mi mente estallará si le inyectáis más dialectos.
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HSK y señora, foto prestada de este estupendo lugar.

Venus in furs.

Me abordó por la espalda, me cubrió los ojos, no, apagó la luz, no, ya estaba apagada, le pregunté: "¿qué quieres", no: "¿quién eres?", no, solamente lo pensé, y él respondió "uno" y empezó a reir, y yo creí que era Achille, no, Mijail, no, Stanislav.
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En la imagen, Bobby Fischer, en 1956.
Y esto es Venus in furs.

Treinta y tres.

Me despertaron las virutas, los desdichados pedacitos del adefesio desmantelado, triturado hasta serrín. Me sobresaltaron minúsculas secciones de abdomen de vaca, que en torno a mí oscilaban, gráciles y rosadas, parecían comida espacial.

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La imagen pertenece a"Videodrome" de D. Cronenberg

J.G.Ballard

No hay nada que no pueda perdonar a un hombre simpático de ideas truculentas.

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Treinta y dos.

El cielo calvo como una vesícula eyecta sobre mí el cachorro que no se atreve a asesinar.

Ni siquiera es caza menor. Es sustancialmente ganado.

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ME ACUSO de no haber conocido a Los Saicos hasta el día de... ayer!

Pero por la gracia de "Camisa de fuerza" y "Demolición", yo también quedé saica.

Anoche creía que me había desnucado.

pero es que estaba sonando Mursego y luego Manos de Topo.
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Treinta y uno.

Querido pelele: no soy una niña, tragué la fruta, ésa es la verdad. Toleré sin parpadear aquel inapelable dedo índice, nunca protesté cuando el paquidermo maniobraba encima, manifesté mi aprobación a la nuez vómica y las cápsulas, estaba sonriendo mientras los punzones se precipitaban.

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Este señor de aquí encima se llama
Crispin Glover

Sal Mineo.

En comparación, tu tarea de administrar muerte resulta casi escolar.

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Ojalá esta canción, "Never destroy us", se detuviera comenzando eternamente.

Marie Laforet.

Y los peces se comieron a Fra Angelico.

De hecho, los peces estuvieron eructando Fra Angelico durante una buena temporada.

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Treinta.

Esas rayas maníacas en el cielo... es como si se hubiera escapado un orangután con un rotulador y Nola ha corrido tanto que los ojos le laten y las rayas a veces parecen fideos y a veces globos. Siempre la veo correr en la misma dirección. Cuando va. Cuando regresa. Me pregunto si eso que hace es técnicamente “ir” o “volver”.
Nola trae el folletín. El folletín trae letras y algún dibujo chusco. Es el capítulo XXXII. Al final del capítulo XXXI, el Pistolero Intelectual consumaba el asesinato del señor Moulaert. Al principio del capítulo XXXII, el Pistolero Intelectual se encuentra mordiendo una de las nalgas de la viuda Moulaert. Esta elípsis resulta abrupta pero prometedora y la nuca de Nola desaparece por el extremo derecho de mi ventana, el mismo por donde se fue o empezó a regresar la primera vez. (La primera vez, hoy). (Creo).

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Veintinueve.

Anoche vi correr a Nola y nadie la perseguía.

Como siempre, todo estaba dentro: los vapores perversos, las sílabas deformes, los parásitos del siamés.

Algo así.

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En realidad, estaba pensando en otra canción.

Era "The Chelsea Hotel Oral Sex Song" de Jeffrey Lewis.
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Error de reformulación.

El chico bizarro del banjo en "Deliverance" se llamaba Billy Redden.

Antes estaba escuchando "Preaching the blues" de The Gun Club. Swamped.
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Abby Arcane-Cable-Holland-?

Pero no me apetece desnudarla.
Omar, ¿es esto normal?
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Veintiocho.

"Marie, ¿por qué no invitas nunca a nadie a cenar?"(*)

En el sueño, el vehículo se inunda, el agua transporta ranas, huesecitos, cordones de zapatos, todos arrancados de su contexto, flotan con elegancia, y mi cabello se eleva, la ropa interior evacua mis miembros, estoy muriendo y el espectáculo resulta bello.
Deja de frotar, lo que pica está dentro, las coristas y los perros.
El verano se acerca. No nos veremos.

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(*) Le pregunta intrigado Jean-Hugues Anglade a Anne Parillaud en "Nikita la femme"

Me parece que tú le caerías mal a Deleuze.

I thank the Gentle Man in Lufthansa - LH 1013 flight who gave me the Sparky Pill.

And what costume shall the poor girl wear...?

He sido muy feliz, os lo juro.

Totó.
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Veintisiete.

Pierna viva, pierna muerta. El Niño Jesús otorgó vida a un pájaro de barro. El Niño Jesús privó de vida a un pequeño cabrón que se había burlado. Cuando los padres del difuntito se revolvieron contra los del minidiós, éste , de un pellizco, reingresó la vida en el despojo.
¡Solamente había sido gimnasia! Pura gimnasia, como tú y yo, Simbad, sobre el crujiente colchón.
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Mira a Sinatra meterse un pico.

The man with the golden arm

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Veintiseis.

Simbad trajo del Norte picadura de tabaco y unos lacónicos hábitos venéreos. Aunque en cierta ocasión claro que salivó y gruñó junto a mi oído: "¡sssssí!". El té abrasaba y yo me acosté, y durante algunos minutos él se armó un cigarrillo sobre mi vientre. Fue un gesto absolutamente exento de impudicia. Yo era lo más horizontal que había en la habitación.
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Escuchad "Nasty Little Lonely" de Alternative TV

Veinticinco.

No lloré por mi madre, lloré por mi perro. Las hormigas lo emanciparon a su reino, los ciempiés dorados y las libélulas tornasol. El pistolero brotó de un peñasco, rascando un banjo, "cape, lege!" halla la revelación del animal inmolado.

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Der Baader-Meinhof Komplex.

Ya no existen niños ricos como éstos.
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Esto es lo que estoy mirando.

Mientras suena "Mi prima y sus pinceles" de Josele Santiago, "los muertos dicen que no, la calle grita que sí". Me gusta particularmente cuando carraspeas, qué gusto, Josele, hijo.
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Veinticuatro.

Oigo patitas. Desde que descubrí aquel pájaro muerto, la oscuridad y su tromba viscosa suenan a patitas. La tibia fricción de sus tigres contra la chapa de los automóviles. Esos charcos ambulantes, hambrientos, fétidos están parpadeando en mi garganta, están gesticulando en tus tacones, oh Pépé, cigarra de la casbah.

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Suena "Accidente", de Los Punsetes.(Tú eres de los que miran en los accidentes...)

Le feu follet.

'Me suicido porque no me quisiste, porque no te quise. Me suicido porque nuestras relaciones fueron cobardes para estrecharlas. Dejaré sobre ustedes una mancha indeleble...'

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Veintitrés.

El pajarito ha muerto sin protestar, residuo banal en mi mano, quién lo sustituye, no advierto desequilibrios en la tarde, ni en el sol que palpita, trompeta fulgurante.

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En la foto, Ingemar Johansson.

Harry Angel.

Di que te acuerdas de nosotras.

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GAUCHITO GIL

No a sangre fría, por supuesto, pero es cierto que yo podría estrangularte.

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Veintidos.

A veces los peatones centella miran
Me divierte conducir de noche a casa con cara turbia, es una película húmeda, es cuando sudo tu grasa especiada, tus brigadistas, y escucho en esa emisión radiofónica algo tan bizarro como rocanrol boliviano

Veintiuno.

Cuando tienes un perro, eres "la del perro".

Aterrizo entre dos canciones junto al bar de las escaleras y sólo oigo chicas chillar, pero de pronto la música arranca como un torno mecánico. La peluquería donde el muñeco de Edward Scissorhands está cerrada, y el gato del dueño se revuelca entre el pelo del suelo. En el restaurante de kebabs siempre encuentro hombres solos con aspecto de marineros. Es mi oportunidad, son camioneros. Entro y pido fuego. Aspiro el cigarro. Por fin es viernes. Estás tan equivocado.

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Veinte.

Hago entrega de mi cuerpo a tu parálisis de perfección absoluta y sé que el tratamiento ha fracasado. ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Dónde están mis hijos ahora?

Pechos rosas, hosco vello y médula esponjosa. Oscura corrupción del tejido en anillos concéntricos en torno al ombligo. Bisagras de ángeles mecánicos. Bucles de maullidos y rapsodias. Transmigración sin fin.

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Estoy escuchando "Carousel horses" de Lonely Drifter Karen. La canción es en sí un cliché. Pero me gusta cómo empieza. Me gusta cómo termina. Me gusta la voz masculina que hace "pam-pam-pam-pam". Me gusta cuando la voz femenina se pone alemana.

La letra de canción que todo joven talento torturado debería leer atentamente (antes de abordar a una pseudocelebridad en la calle).

La canción es "Williamsburg Will Oldham Horror" de Jeffrey Lewis.
La letra original está acá
Y traducida al castellano (con reparos)(niños, no puedo evitar los reparos...) acullá

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Hace tiempo que no eres niña.

RECUÉRDAME: con bigote y codos negros, balbuceos de El Columpio Asesino: "La marca en nuestra frente es la de Caín... echa otro trago y confía en mí..."

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Por si existe alguna duda, el título y la parte entrecomillada pertenecen a una canción de El Columpio Asesino, precisamente "La marca en..."

Diecinueve.

Stanislav, ¿qué has soñado? Ruedas, engranajes, correas, lubricante... Si lo digo me odiarán.

Los babuinos abarrotan el sueño y lo mastican, reducen la ropa, los utensilios rutinarios a puré. Las cucharas, los anteojos, la cicuta, mis gusanos...

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Escucho "Your funeral... my trial" de Nick Cave

Helmut Berger.

¡Oh, tú eres el Gran Destructor!