3/9/10

Veintiocho (ii)

El demonio Porciones rogó ser arrojado en mí, convencido de que semejante trato carnal desollaría mi entendimiento, me empujaría a las estacas. Sin embargo, yo jamás detuve estos pasos herniados, el podrido carrusel. Tus huesos sabrían perforarme el estómago, el espectáculo de tus tics y tu barba de tenedor podría fundir todos los jabalíes, todas las secuoyas, todas las locomotoras del mundo. Pero si buscabas una muerte acrobática, yo no soy ciertamente el lugar.
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